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jueves 25 abril 2024
arquitectura popular y grafía vasca

ARQUITECTURA POPULAR DEL PAÍS VASCO

CAPÍTULO III

Tradición y progreso. El vasco es respetuoso con la tradición; guarda con veneración los usos y costumbres que como patrimonio sagrado recibió de sus mayores. Al mismo tiempo es progresista y dotado de gran sentido práctico. Gracias a estas dos cualidades, los constructores vascos han evolucionado de acuerdo con los tiempos; desde aquellos días en que para sus enterramientos levantaban grandes dólmenes (figura 1) por las tierras de Araba (1) y después sus viviendas de madera cubierta con ramas, han ido progresando constantemente. Sustituyeron los cierres de madera por paredes de piedra; en este período nacieron los apellidos que hacen alusión a este cambio, pues los moradores de una casa son designados por el nombre de ella y ésta, a su vez, por su situación topográfica o por algún elemento de su construcción que la distinga de las circundantes. Pueden ser de dicha época los apellidos

Arretxea: Casa de piedra.
Arzubialde: Junto al puente de piedra.
Ormaetxea: Casa de paredes.

Los techos de tablillas de haya fueron desplazados por los de tejas de arcilla cocida, así surgieron los apellidos:

Telletxea: Casa de tejas.
Tellería: Tejería o tejar.

Ya en el siglo XVII, y aún mucho antes, existían los caseríos del tipo que con algunas variantes y mejoras han llegado hasta nuestros días, poblando montes y valles. A fines del siglo XIX había tan sólo en Guipuzkoa más de 12.000 caseríos, o sea más de seis por kilómetro cuadrado.

Prueba del respeto al pasado unido al afán de progreso, son esos caseríos, feliz aglomerado de restos antiguos, torres o palacios, con añadidos rústicos propios de la casa de labranza, los cuales conservan cierto empaque señorial (figuras 33-37-38).

Otras veces las variaciones que el caserío experimenta son debidas a nuevas dependencias acopladas al viejo edificio y destinadas al aumento de las actividades agrícolas o ganaderas del labrador, como el lagar, tejavanas para las carretas, nuevos establos higienizados con arreglo a las normas preconizadas por los gobernantes del país, etc. (figuras 12-19-41).

Veamos, pues, en revista somera cómo se presenta la casa popular vasca, tal como ha llegado hasta nuestros días.

(1) El presbítero y profesor de Prehistoria, señor José Miguel de Barandiaran, afirma que “Los constructores de dólmenes de nuestra región, eran tan vascos como nosotros”. El mismo señor Barandiaran, con los señores Telesforo de Aranzadi y Enrique de Eguren, han descubierto otros muchos dólmenes en otras regiones del País Vasco.

 

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